El lunes 14 de octubre se realizó el lanzamiento del libro “El humano futuro”, escrito por el Dr. Pedro Maldonado, investigador principal de Cenia y académico del Laboratorio de Neurociencias Cognitivas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.
No solo la inteligencia artificial está avanzando a gran velocidad, lo que hace urgente establecer regulaciones para su uso, sino que también lo está haciendo la neurotecnología. Un claro ejemplo de este rápido progreso es el desafío que asumió la UNESCO este año al elaborar un documento con recomendaciones éticas para las neurotecnologías. Esta iniciativa es similar a las recomendaciones éticas de inteligencia artificial que la organización presentó hace dos años, y que fueron negociadas y adoptadas por los Estados miembros.
Para este nuevo desafío, la UNESCO solicitó a los Estados miembros, incluido Chile, que postularan a candidatos de sus respectivos países para conformar este grupo de expertos. “Me llamaron del Ministerio de Ciencia preguntándome si estaba dispuesto a participar de este comité, y acepté. De las propuestas enviadas se seleccionaron 24, y entre esas yo era la única persona de Chile”, explica Pedro Maldonado, uno de los líderes de la línea de investigación “IA centrada en el cerebro” de Cenia.
En abril de 2024, se redactó un primer borrador del documento, y desde entonces hasta septiembre las recomendaciones éticas elaboradas por el comité se pusieron a disposición para consultas públicas: “Hubo más de 70 consultas en todo el mundo, donde se enviaron observaciones y comentarios. En septiembre nos volvimos a reunir para considerar todas estas sugerencias y formular un texto definitivo que se entregará a los Estados miembros para su negociación y adopción antes de finales del próximo año.”
¿Por qué la neurotecnología requiere recomendaciones éticas?
La neurotecnología consiste en conectar el cerebro con dispositivos, ya sea para monitorear la actividad cerebral, lo que se puede entender como “leer el cerebro”, o para modificar dicha actividad, es decir, “escribir al cerebro”. La complejidad del cerebro humano es tal que su funcionamiento es responsable de dotar a las personas de identidades únicas, definiendo nuestras preferencias, pensamientos y acciones.
Como indica el investigador, “meterse con el cerebro es meterse con la identidad, la privacidad y una serie de derechos humanos reconocidos por la ONU, lo que genera una profunda preocupación ética en torno a este tema. El desarrollo de la neurotecnología, especialmente en combinación con otras tecnologías como la inteligencia artificial, puede tener impactos significativos en los derechos humanos y la privacidad mental.”
Sin embargo, el avance de la neurotecnología también presenta oportunidades significativas en el ámbito laboral, educacional, en el desarrollo de redes neuronales artificiales, y en el área de la salud, por ejemplo, ayudando a personas que padecen enfermedades neuropsiquiátricas. “La neurotecnología y la inteligencia artificial se cruzan de muchas maneras, ya que puedo observar la actividad cerebral de una persona y utilizar inteligencia artificial para inferir qué está pensando, qué cosas le gustan, por quién va a votar, etc”, señala el investigador.
Moviendo las fronteras del estado del arte en neurotecnología
Según Maldonado, uno de los avances más significativos en neurotecnología hasta la fecha es la creación de Neuralink, una empresa fundada por Elon Musk con el objetivo de conectar el cerebro humano con computadoras. “En este proceso se insertan una serie de sensores en el cerebro de personas que, por ejemplo, no pueden hablar, mover sus manos o piernas. Estos electrodos registran la actividad de múltiples neuronas, y se utiliza inteligencia artificial para interpretar las intenciones del paciente, como hablar o mover una mano. Ese pensamiento genera un patrón de actividad cerebral, y esas señales son decodificadas mediante IA para transformarlas en acciones concretas: mover el cursor de un computador, un brazo robótico o convertirlas en habla y texto a través de un computador.”
Otro avance notable en el área de la salud ha sido la detección de actividad cerebral en pacientes que se encuentran hospitalizados en estado de inconciencia profunda: “En el caso de los pacientes en coma, la tecnología de inteligencia artificial ha permitido determinar si la persona está consciente o no. Un estudio que abarcó una amplia diversidad de casos reveló que casi un 25% de esas personas si están escuchando, lo que es muy dramático porque significa que hay miles de personas con las que los familiares no pueden comunicarse, y no saben si está escuchando o entendiendo algo, y con estas tecnologías se está empezando a vislumbrar esta realidad.”
En cuanto al impacto en el ámbito educativo, el investigador opina que “si bien hay certeza de que la IA va a contribuir a la educación, todavía no sabemos exactamente cómo”. La incertidumbre sobre cómo integrar estas tecnologías en el aula supone un desafío no menor, y restringir o prohibir su uso no es una solución sostenible a largo plazo. “Es curioso que desarrollemos tecnología y luego la prohibamos, eso ilustra que no hemos entendido cómo equilibrar bien la tecnología con un ambiente educativo que es frágil. (…) Nos encontramos en una etapa donde hay una explosión de tecnologías, pero que no hemos aprendido a usar del todo bien, lo que resulta en un uso inapropiado, por ejemplo, colocar una tablet frente a un niño para mantenerlo quieto, porque esto lo priva de interacciones sociales. Sin embargo, hemos sido capaces de reconocer estos malos usos, de hecho, ahora existen recomendaciones de la Sociedad de Pediatría con respecto a prohibir las pantallas antes de los dos años.”
El neurocientífico explica que durante esta etapa el cerebro experimenta cambios importantes que permiten a los seres humanos aprender habilidades esenciales para la vida. “Lo primero que tenemos que aprender no es a manejar un celular, sino a caminar, a movernos y a no quedar pegados frente a una pantalla. Es cierto que debemos ser personas alfabetizadas digitalmente, pero si nuestro mundo tiene otras cosas además de pantallas, también hay que aprenderlas. Una de las maravillas de nuestro cerebro es que actúa como una máquina, similar a una red neuronal sin entrenar, que tú puedes moldear para realizar tareas necesarias, como tomar el metro, usar un computador o manejar un teléfono. Nuestro cerebro aprende lo que sea necesario para moverse adecuadamente en el mundo que le tocó vivir.”
¿Es la revolución tecnológica de la inteligencia artificial la más importante de la historia?
A lo largo de la historia ha habido numerosas revoluciones tecnológicas, y para Pedro Maldonado es difícil determinar cuál es la más importante, ya que cada una tiene características distintas. “Yo he vivido varias revoluciones tecnológicas. Cuando llegó la televisión, la reacción fue similar a la que hoy existe con la inteligencia artificial: “¿Cómo las personas van a pasar todo el día viendo televisión y no van a aprender nada?”, “hay que cambiar el modelo educativo”, etc. Antes de la televisión fue la radio, y antes de eso, los libros, es decir, estamos experimentando algo que hemos vivido en el pasado.
La reacción inicial, y razonable, es limitar el uso de estas tecnologías porque no se comprende completamente su impacto. Pero esta respuesta es temporal, ya que se necesita tiempo para entender cómo usar estas herramientas, porque son precisamente eso: herramientas. Usar un martillo, por ejemplo, puede ser peligroso si se utiliza incorrectamente, pero su propósito es ayudar a armar muebles.”
Para el investigador, todas las revoluciones tecnológicas han sido impresionantes y significativas, sin embargo, al referirse específicamente a la llamada “cuarta revolución industrial” o “revolución de la IA”, y compararla con el cerebro humano señala que es bastante limitada, ya que carece de conciencia y creatividad. Por lo tanto, considera que aún hay un amplio margen para el desarrollo de esta revolución. “Lo que estamos viviendo es ciertamente increíble, pero falta muchísimo para que la IA logre lo que las personas creen que puede hacer, como pensar por sí misma, tener conciencia y tomar decisiones.”
La diversidad como parte clave de ser humano
Un tema relevante que el Dr. Maldonado aborda en el libro “El Humano Futuro”, recientemente publicado, es la preocupación de que, con el surgimiento de diversas aplicaciones de inteligencia artificial, estamos tercerizando habilidades que tradicionalmente utiliza nuestro cerebro: “Ya no memorizo 20 números de teléfono ni hago multiplicaciones en papel. Los dispositivos con inteligencia artificial están haciendo cosas que antes realizaba mi cerebro. La pregunta clave es ¿qué haremos con el tiempo y los recursos que hemos liberado? Podría optar por quedarme sentado en mi casa viendo televisión todo el día, o podría usar ese tiempo para crear arte, ciencia, o música. Al final, lo que haga mi cerebro dependerá de las decisiones de cada uno.”
Una de las capacidades realmente asombrosas de los seres humanos es nuestra habilidad para ser creativos y generar cosas nuevas. El investigador explica que esto se debe a que el cerebro humano es único, al igual que la experiencia de vida de cada persona: “La combinación de ambos factores puede dar lugar a creaciones originales y excepcionales que destacan entre las demás. La inteligencia artificial, por el contrario, promedia las aportaciones de todos, y, por lo tanto, cuando genera una imagen lo que hace es sacar un promedio de lo que han hecho todas las personas, lo más común y estadísticamente normal, entonces no es creativa.”
Según Pedro Maldonado, para que una IA fuese realmente creativa tendría que funcionar de manera diferente a como lo hace actualmente: “Si seguimos aplicando la fórmula de entrenar un modelo, alimentándolo con grandes volúmenes de datos existentes que promedian un estándar, no vamos a conseguir un resultado creativo. Tendríamos que desarrollar una inteligencia artificial con una estructura completamente nueva, que se nutra de datos que son solo únicos para ella. Solo entonces podría tener la capacidad de crear algo original; de lo contrario, simplemente estaría replicando lo que ya existe.”
“En el fondo la IA es una máquina de copia, una súper eficiente, rápida y útil, pero carece de creatividad y es difícil pensar que la pueda tener, así como tampoco tendrá conciencia, ni un montón de cualidades que son exclusivas de los seres humanos. Cada uno de nosotros lleva consigo una historia evolutiva y una experiencia única que la IA no puede replicar”, concluye.
El libro “El Humano Futuro” está disponible, tanto en su formato físico como digital (ebook), en las principales librerías del país.
Por: Gianyser González Sánchez