Dr. Álvaro Soto, director del Centro Nacional de Inteligencia Artificial (Cenia)
El debate sobre inteligencia artificial y los trabajos del futuro tiende a reducirse a la capacidad de las máquinas de reemplazar a los humanos. Un nuevo episodio, acaso uno de los más sorprendentes en el último tiempo en las apocalípticas proyecciones que abordan este desafío, se vivió tras la publicación de un informe de tres prestigiosas universidades estadounidenses.
El reporte define los 20 empleos que eventualmente se verán más amenazados por las tecnologías de la revolución 4.0, entre ellos principalmente las pedagogías. De hecho, un 75% de estos corresponde a docentes. Una de las áreas mencionadas, por ejemplo, es la de los idiomas. Considerando el avance que nuevas herramientas digitales están teniendo en entregar servicios de traducción cada vez más sofisticados, hay cierta lógica en el análisis. Pero lo cierto es que, una vez más, el debate se limita a cuestiones aún superficiales.
Tal como el inicio de internet –y la enorme disponibilidad de información en la red– no terminó con la educación formal y los libros, la inteligencia artificial no reemplazará a los profesores. Por el contrario, los hará cada vez más necesarios, probablemente cruciales, para la gestión de los impactos positivos y negativos de las nuevas tecnologías.
Proyecciones de la Unesco dan cuenta de que tres de cada cuatro empleos al año 2050 requerirán de competencias en ámbitos de las denominadas STEM (acrónimo en inglés de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), lo que en la misma lógica también requerirá de un avance significativo en la formación de nuevas capacidades humanas.
¿Amenaza la inteligencia artificial a los profesores? No parece ser algo coherente con los tiempos que corren, con evoluciones a todo nivel y una sociedad que está adaptándose a múltiples retos, no solo tecnológicos, que la sociedad de las próximas décadas carezca de profesionales que han tenido un papel fundamental en formar al capital humano que gestionará las transformaciones.
Necesitamos cada vez más mentores que desafíen a las nuevas generaciones a desarrollar capacidades que sean parte de esta evolución. Probablemente, el rol de los profesionales de la educación cambiará significativamente en los próximos años, tal como ha cambiado en los últimos 50 años, o cómo ha cambiado para otras profesiones en el mismo período. Seguirá pasando mientras habitemos el planeta.
Aunque hoy pensemos que la inteligencia artificial nos lleva a un futuro inexplorado, lo cierto es que el desarrollo tecnológico es tan antiguo como el hombre y la mujer en la Tierra. Por su naturaleza, que lo distingue de los animales, el ser humano está generando permanentemente nuevas herramientas para generar progreso (al menos un progreso material, entiéndase) y adaptarse al entorno.
Las nuevas tecnologías tendrán incidencia en amplios ámbitos de la vida humana, mejorando muchísimos aspectos de estos. Sin embargo, también abre desafíos y riesgos, que deben ser atendidos y gestionados. ¿Quién podría decir que la conectividad instantánea es algo negativo, aun cuando el uso excesivo de teléfonos inteligentes, en especial en los niños, sea un creciente reto en salud pública?
La inteligencia artificial efectivamente viene a automatizar una gran cantidad de tareas, monótonas, que al mismo tiempo permitirán a los seres humanos a enfocarse en tareas de mayor complejidad, que nos distinguirán, tal como en la naturaleza, de las máquinas. Sin embargo, también hay un importante eje colaborativo a menudo no visible, y que probablemente sea el mayor beneficio de esta tecnología.
La IA nos potenciará al constituirse como una nueva gran herramienta para accesar, sintetizar, procesar e incluso entender la información. Muchos de los trabajos requieren de grandes esfuerzos de procesamiento de información, por lo cual estas soluciones vienen a agilizar y hacer más fluidas dichas tareas. En lo que posiblemente herramientas como ChatGPT contribuirán de un modo muy efectivo es a hacer más expeditas las labores de sintetizar, procesar y organizar los grandes volúmenes de datos que tenemos a un solo click. En definitiva, el desafío de los humanos es hacernos valiosos en el contexto de una nueva disrupción tecnológica.